Pocas cosas son tan costosas y perjudiciales como el hecho de perder a un buen elemento. Es increíble la frecuencia con la que los dueños de una empresa suelen quejarse ante la partida de sus mejores empleados. Y dichas quejas no son en vano.
Los jefes tienden a justificar estas partidas con diversas causas: mercados laborales competitivos, excesos de carga de trabajo, etc. Sin embargo, la mayoría ignora el verdadero punto en cuestión: la gente no abandona sus puestos de trabajo, abandonan a sus jefes.
Lo más triste es que esta situación puede evitarse fácilmente. Todo lo que se necesita es una nueva perspectiva y un esfuerzo adicional por parte del gestor. Las organizaciones saben lo importante que es tener a sus empleados motivados y comprometidos, pero la mayoría no logra responsabilizar a los supervisores y jefes para que esto se haga realidad.
Ante un mal liderazgo, la productividad disminuye
Una investigación de la Universidad de California junto con un estudio del Consejo de Liderazgo Corporativo a más de 50.000 personas, muestra que un empleado motivado es 31% más productivo, tiene más ventas en un 37%, y es tres veces más creativo que los empleados que están desmotivados. Además, es menos propenso a renunciar en un 87%.
Otra investigación de Gallup muestra que el 70% de la motivación de un empleado es influenciada por su líder. Este es el punto en donde debemos enfocar los esfuerzos, debemos trabajar en mejorar los liderazgos de nuestra organización y evitar acciones como las 9 que a continuación mencionaremos y que son causantes de que los buenos empleados “empaquen sus tiliches” y renuncien.
1. Sobrecarga de trabajo
Nada desequilibra tanto a los buenos empleados como la sobrecarga de trabajo. Es tan tentador dar trabajo extra a aquellos que lo hacen bien, que puede resultar una trampa. El exceso de trabajo es desconcertante para los empleados; les hace sentir como si estuvieran siendo castigados por un gran rendimiento.
El exceso de trabajo incluso es contraproducente. Una investigación reciente de Stanford muestra que la productividad disminuye bruscamente por hora cuando la semana de trabajo excede las 50 horas, y disminuye tanto que después de 55 horas nadie logrará seguir trabajando.
Si aumentas la cantidad de trabajo para tus empleados, también deberías aumentarles el sueldo o subirlos de puesto. Los buenos empleados son capaces de asumir cargas de trabajo más grandes, pero no se quedarán en tu empresa si eso los sofoca durante el proceso.
Los aumentos y ascensos son formas aceptables y justas de aumentar la carga de trabajo. Si lo único que aumenta es el trabajo y nada cambia, buscarán otro empleo que les dé lo que se merecen.
2. No reconocer las aportaciones del empleado ni recompensar el buen trabajo
Es fácil subestimar el poder de una palmadita en la espalda, especialmente con los que están intrínsecamente motivados. A todos nos gustan los elogios, mucho más a aquellos que trabajan duro y lo dan todo.
Los líderes necesitan comunicarse con su personal para averiguar la cosas que los hace sentir bien (para algunos, puede ser un aumento, para otros, el reconocimiento público) y recompensarlos por su trabajo.
3. No contribuyen en el desarrollo de las habilidades personales
Cuando se pregunta a los gerentes acerca de la falta de atención a sus empleados, ellos tratan de excusarse, usando palabras como “confianza”, “autonomía” y “empoderamiento”. Lo que resulta una completa tontería. Los buenos líderes dirigen, no importa que tan talentoso sea el empleado. Ellos prestan atención, están dispuestos a escuchar y ofrecen retroalimentación.
Si tienes un empleado talentoso, tienes la tarea de buscar áreas en las que ellos puedan mejorar y ampliar su conjunto de habilidades. Los mejores empleados requieren de retroalimentación en comparación con otros menos talentosos, por lo que es tu trabajo que ellos la obtengan. Si no lo haces, se aburrirán y no será suficiente.
4. No se preocupan por sus empleados
Más de la mitad de las personas que abandonan su trabajo lo hacen debido a la relación con su jefe. Las compañías inteligentes se aseguran de que sus líderes sepan cómo equilibrar el ser profesional con el ser humano.
Estos son los jefes que celebran el éxito de su empleado, son los empáticos con aquellos que pasan por tiempos difíciles y son los que los desafían incluso cuando están tristes.
Los jefes que no cuidan estos aspectos siempre tendrán altas tasas de rotación. Es imposible trabajar para alguien más de ocho horas al día cuando no están involucrados personalmente y no se preocupan por nada más que por su rendimiento y producción.
5. No cumplen con lo acordado
Hacer promesas a la gente te coloca en la delgada línea que se encuentra entre hacerla muy feliz o verla salir por la puerta. Cuando creas un acuerdo, estás en la mira de tus empleados, con ello demuestras si eres digno de confianza y honorable (dos cualidades muy importantes en un jefe).
Pero cuando evades tu compromiso, quedas como una persona irrespetuosa. Después de todo, si el jefe no honra sus compromisos, ¿por qué deberían hacerlo los demás?
6. Contratan y promueven a las personas equivocadas
Los buenos empleados quieren trabajar con profesionales que tengan ideas afines a ellos. Cuando los jefes no contratan al personal adecuado, surge un desmotivante para los que trabajarán junto a ellos. Promover a las personas equivocadas es aún peor.
Cuando promueves a alguien sin razón sólo para que esté contento, es un insulto masivo para los demás empleados. No es de extrañar que los buenos elementos se vayan.
7. No permiten que la gente persiga sus pasiones
Los empleados talentosos son apasionados. Proporcionarles oportunidades para perseguir sus pasiones mejora su productividad y satisfacción en el trabajo. Pero muchos jefes quieren que sus empleados trabajen dentro de una pequeña caja. Temen que disminuya la productividad si permiten que la gente expanda su enfoque y persiga sus pasiones.
Este temor es infundado. Existen estudios que muestran que las personas que son capaces de perseguir sus pasiones, al mismo tiempo que están en el trabajo, logran un estado de ánimo eufórico que es cinco veces más productivo en comparación con la norma.
8. No propician la creatividad
Los buenos empleados buscan mejorar todo lo que tocan. Si bloqueas su capacidad de cambiar y mejorar las cosas porque lo único que te interesa es su statu quo, lograrás que odien su trabajo. Enjaular su deseo innato de crear no sólo los limita, te limita a ti también.
9. No desafían a las personas intelectualmente
Los grandes jefes desafían a sus empleados a lograr cosas que al principio parecen inconcebibles. En lugar de establecer objetivos mundanos, o metas de alcance, intenta establecer objetivos elevados que impulsen a la gente a salir de su zona de confort.
Los buenos líderes hacen todo lo que esté en sus manos para ayudarlos a alcanzar sus metas y tener éxito. Cuando las personas talentosas e inteligentes se encuentren haciendo cosas que resulten demasiado fáciles o aburridas, buscarán otros trabajos que desafíen su intelecto.Hazlo todo.
Si quieres trabajar con los mejores y que permanezcan en tu empresa, debes pensar en el trato que les brindas. Los buenos empleados son un hueso duro de roer, y su talento les da múltiples opciones. Debes lograr que quieran trabajar para ti.
Basado en un artículo de Travis Bradberry en Entrepreneur
Traducción: Equipo Editorial Evolucione